La doble criminalización o “revictimización“ que sufren las
víctimas de un delito por la insensibilidad, irresponsabilidad e ineficiencia
de las autoridades encargas de impartir “justicia”, es un mal cada vez más
visto y común en la sociedad. En efecto, ese sufrimiento por partida doble de
las víctimas es sólo un ejemplo del cáncer que padece nuestra estructura de
justicia en el país, que lejos de fortalecer y promover el derecho que la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, con la reforma de junio de 2008,
otorga a las victimas y ofendidos del delito de participar activamente en el
proceso penal y otros derechos que velan por su particular situación ante la
comisión de un delito, como son la atención emocional, psicológica y física,
solo evidencian la prepotencia y los malos tratos con que son tratados los
ciudadanos.
Queda claro que en la actualidad, más allá de
los programas de atención a víctimas u ofendidos de delitos, mediante los
cuales se prestan, entre otros servicios de atención médica y psicológica de
urgencia y especializada, legal, integración de grupos de autoayuda para
víctimas u ofendidos, brigadas de apoyo psicoemocional, talleres
psicoeducativos de prevención, apoyo en la búsqueda de personas desaparecidas y
capacitación en atención a víctimas u ofendidos de delitos; los derechos de las víctimas o los ofendidos de
delitos traducidos en obligaciones directas para el Estado, no son
completamente protegidos o cumplidos, pues la demanda ciudadana de maximizar
esfuerzos para que se ponga al alcance de las víctimas u ofendidos del delito
una autoridad o funcionarios públicos identificados inequívocamente por la
sociedad, que reciba a toda persona de manera oportuna y sin distinguir su
particular situación o tipo de requerimiento, proporcionándole la atención
personalizada e inmediata que merece, inclusive apoyándola en la defensa legal
de sus derechos, sin perjuicio de canalizarla a las dependencias especializadas
según las necesidades particulares de cada persona o, en su caso, a los órdenes
de gobierno que resulten competentes; se convierte en una mera fantasía.
Evitar lo que se ha conocido como
“revictimización”, es decir que quienes han sido víctimas u ofendidos por la
comisión de un delito, enfrenten además condiciones difíciles para el acceso a
la justicia y el ejercicio de sus derechos, no es algo ajeno o fuera del
alcance de un Estado de Derecho, palmariamente se hace necesario que de manera
paralela se brinde una especial, eficaz y oportuna atención a las víctimas u
ofendidos de delitos, en particular a aquéllos afectados en su integridad
física o psicológica, así como en su patrimonio, pero por personal con
compromiso social y sentido humano.
Lo anterior parece ser algo fuera del alcance de
un programa de capacitación, o de un aula escolar; consideramos que es
importante hacer frente de manera paralela a otros problemas que afectan al
sistema de justicia en nuestro país, tales como la excesiva burocratización,
reasignación de sueldos y prestaciones y una perspectiva plural del problema,
un tema que, sin duda, forma parte de la agenda legislativa pendiente.
Mtro. Roberto Hernández Treviño
Director Jurídico de Asconjur, S. C.
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