UN
FACTOR COADYUVANTE DE
GOBERNABILIDAD EN LOS
ALBORES
DE NUESTRA DEMOCRACIA IMPERFECTA
Un sistema electoral sirve
como puente articulador entre la voluntad ciudadana y la integración de los
órganos de gobierno previstos por la ley; de su diseño depende en mucho la
eficacia y eficiencia de la exteriorización y materialización de esa voluntad
popular, permitiéndose con ello la conformación de órganos de gobiernos con
mayor o menor nivel de gobernabilidad en sus actos de gobierno.

En México nuestro sistema
electoral ha dado visos de desgaste e ineficiencia en el cumplimiento de sus
objetivos primarios, razón por la cual se ha obligado al Constituyente
Permanente a realizar una serie de reformas legislativas de gran calado en
materia político-electoral, yendo de la reelección de legisladores y alcaldes,
hasta la transformación del Instituto Federal Electoral en un Instituto
Nacional de Elecciones, pasando por la segunda vuelta en le elección
presidencial, la iniciativa preferente, la iniciativa ciudadana, la reducción
de legisladores, el voto libre para la elección de legisladores por el
principio de representación proporcional, los recuentos de votos, causales
específicas de nulidad de elecciones, la spotización de las campañas
electorales, sólo por mencionar algunas, materializándose unas, en proceso
legislativo otras y totalmente ignoradas las demás. Es en éste momento histórico
en el que se hace necesario replantear el diseño de nuestro sistema electoral,
las contiendas electorales presidenciales del 2006 y 2012 dan cuenta de ello,
pues elecciones tan reñidas no tendrían por qué dar paso a una polarización
ciudadana con sus inherentes consecuencias políticas a nivel nacional que
infieren indudablemente en el desarrollo nacional con las consecuencias
económico—sociales que todos conocemos. En nuestro país, los cargos de
elección popular son asignados a través de un sistema electoral mixto en el que
convergen los sistemas electorales de mayoría simple y el de representación
proporcional, siendo el primero de ellos el que se utiliza para la elección de
Presidente de la República.
Para renovarlo se ha propuesto el uso del sistema electoral de mayoría calificada o absoluta, dando pie a la segunda vuelta, como ya sucede en países latinoamericanos actualmente, permitiéndose con ello dar mayor certeza al proceso electoral, con un efecto psicológico en los electores de aceptación a los resultados, pese a que no gane el candidato de su preferencia, pues éste subsistema electoral genera la conciencia de que en el resultado su voto sí contó en la decisión final sobre el candidato ganador, y aunado a ello, el gobernante electo surge de la liza electoral con un mayor nivel de legitimidad, infiriendo indudablemente en su capacidad de maniobra política, es decir, en su nivel de gobernabilidad. Sin embargo, uno de los problemas que presenta éste subsistema es que requiere de la práctica de una segunda elección, en la que, si bien es cierto se eliminan actos preparatorios a la elección y sólo participan los dos candidatos con mayor número de votos en la elección primaria, no menos cierto es que ello implica un desgaste en las estructuras electorales, una apatía y cansancio de los ciudadanos y una erogación económica con motivo de su organización. Es aquí donde hace su aparición el subsistema electoral del Voto Alternativo, utilizado actualmente en Australia con muy buenos resultados, pues recordemos que ese país ocupa el 4° lugar en participación ciudadana en elecciones con cerca de un 95% de su padrón de electores según la International Foundation for Electoral Systems (IFES) y la International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA).
Lo anterior no tuviese importancia sino fuese porque la legitimidad de un candidato electo esta íntimamente ligado al sistema electoral que se utilice para su participación, y ello en su conjunto infiere de manera importante en el margen de gobernabilidad que pueda tener en el ámbito de las fuerza políticas al momento de asumir su cargo dentro del sistema político nacional.
El Voto Alternativo es, como ya dijimos, un subsistema del de Mayoría Absoluta que requiere de un 50% + 1 del total de votos efectivos para obtener el triunfo, motivo por el cual, los electores pueden expresar dentro de la misma boleta electoral sus primeras, segundas, terceras, cuartas, etc., preferencias, de tal suerte que al aplicarse el escrutinio y cómputo de los votos en su primer conteo, el candidato con el menor número de votos obtenidos es eliminado, reasignándose sus votos a las segundas preferencias de esos electores, para que al realizarse un segundo conteo, sea eliminado el candidato que haya obtenido el menor número de votos en ese segundo conteo, reasignándose sus votos a las terceras preferencias de los electores para que tenga verificativo un tercer recuento y sus consecuentes reasignaciones de votos en terceras, cuartas, quintas, etc., preferencias de los electores hasta que solo quedan dos candidatos finales, garantizándose con ello que el ganador del proceso electoral lo haga con una mayoría absoluta de mínimo el 50% + 1 de los votos.
En resumen, es como introducir una segunda vuelta dentro del proceso electoral primario, sin el desgaste económico, social e institucional que implicaría la realización de una segunda elección, consiguiéndose con ello una mayor gobernabilidad del Presidente electo.
Para renovarlo se ha propuesto el uso del sistema electoral de mayoría calificada o absoluta, dando pie a la segunda vuelta, como ya sucede en países latinoamericanos actualmente, permitiéndose con ello dar mayor certeza al proceso electoral, con un efecto psicológico en los electores de aceptación a los resultados, pese a que no gane el candidato de su preferencia, pues éste subsistema electoral genera la conciencia de que en el resultado su voto sí contó en la decisión final sobre el candidato ganador, y aunado a ello, el gobernante electo surge de la liza electoral con un mayor nivel de legitimidad, infiriendo indudablemente en su capacidad de maniobra política, es decir, en su nivel de gobernabilidad. Sin embargo, uno de los problemas que presenta éste subsistema es que requiere de la práctica de una segunda elección, en la que, si bien es cierto se eliminan actos preparatorios a la elección y sólo participan los dos candidatos con mayor número de votos en la elección primaria, no menos cierto es que ello implica un desgaste en las estructuras electorales, una apatía y cansancio de los ciudadanos y una erogación económica con motivo de su organización. Es aquí donde hace su aparición el subsistema electoral del Voto Alternativo, utilizado actualmente en Australia con muy buenos resultados, pues recordemos que ese país ocupa el 4° lugar en participación ciudadana en elecciones con cerca de un 95% de su padrón de electores según la International Foundation for Electoral Systems (IFES) y la International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA).
Lo anterior no tuviese importancia sino fuese porque la legitimidad de un candidato electo esta íntimamente ligado al sistema electoral que se utilice para su participación, y ello en su conjunto infiere de manera importante en el margen de gobernabilidad que pueda tener en el ámbito de las fuerza políticas al momento de asumir su cargo dentro del sistema político nacional.
El Voto Alternativo es, como ya dijimos, un subsistema del de Mayoría Absoluta que requiere de un 50% + 1 del total de votos efectivos para obtener el triunfo, motivo por el cual, los electores pueden expresar dentro de la misma boleta electoral sus primeras, segundas, terceras, cuartas, etc., preferencias, de tal suerte que al aplicarse el escrutinio y cómputo de los votos en su primer conteo, el candidato con el menor número de votos obtenidos es eliminado, reasignándose sus votos a las segundas preferencias de esos electores, para que al realizarse un segundo conteo, sea eliminado el candidato que haya obtenido el menor número de votos en ese segundo conteo, reasignándose sus votos a las terceras preferencias de los electores para que tenga verificativo un tercer recuento y sus consecuentes reasignaciones de votos en terceras, cuartas, quintas, etc., preferencias de los electores hasta que solo quedan dos candidatos finales, garantizándose con ello que el ganador del proceso electoral lo haga con una mayoría absoluta de mínimo el 50% + 1 de los votos.
En resumen, es como introducir una segunda vuelta dentro del proceso electoral primario, sin el desgaste económico, social e institucional que implicaría la realización de una segunda elección, consiguiéndose con ello una mayor gobernabilidad del Presidente electo.
Mtro. Raúl Campos
Director General de Asconjur, S. C.
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